miércoles, 23 de octubre de 2013

Solo Dios Perdona (Nicolas Winding Refn, 2013)

Pocas películas han sido tan criticadas este año como la última del director danés Winding Refn. Presentada en Cannes, fue mayoritariamente despreciada, con algunos miembros de la audiencia llegando, incluso, a irse durante su proyección. Dos fueron, principalmente, los motivos de su rechazo: su extrema violencia y lo absurdo de su historia, si es que la había (según algunos). Sin embargo, no perdí mi interés en verla, en parte porque Drive, su anterior película, es una de mis favoritas, sino porque también me encanta su trilogía Pusher. ¿Podía este señor tan talentoso hacer un auténtico pestiño? Desde luego, no sería el primer caso de una gran director que hace un gran bodrio... no fue así.
         Pocas películas resaltan tanto la subjetividad de toda crítica de cine. El buen crítico no se caracteriza por tener un gusto infalible (ninguno lo es) sino por la calidad de sus argumentos a favor o en contra de la película. Esto no significa que todo valga... las películas de un determinado estilo pueden gustarnos más o menos, pero no se puede decir es que Scary Movie sea tan buena o mejor que La Palabra, de Dreyer.
         Dicho esto, Sólo Dios Perdona me pareció magnífica, una de las mejores, más originales y sugerentes películas que he visto en lo que llevamos de año. Cierto que no es para todos, pues no tiene una estructura narrativa clara, aunque no por ello deje de contar una historia, más insinuada que narrada, con muchos puntos confusos e incompletos. No es una negligencia de Winding-Refn (también guionista), sino algo deliberado: crear una atmósfera onírica en la que el espectador no debe esforzarse por entender, sino dejarse impregnar de su sensualidad y su extraña e intensa belleza.
         Probablemente muchos se decepcionaron, al esperar una nueva película en la estela de la magistral Drive. Sólo Dios Perdona, no es una película tan redonda, tan potente argumental como visualmente. El estilo prevalece sobre el contenido, pero no en un ejercicio vacío como Holly Motors, y compone  en un hermoso y violento poema visual, en una imposible y soberbia comunión entre Tarkovsky y Tarantino.
         A mi juicio, Sólo Dios Perdona muestra que el director danés es uno de los mejores de su generación, si no el mejor. También se revela, como el mencionado Tarantino, en un genial reinventor de géneros "menores". Si en Drive creaba una obra de arte partiendo de la base de las pelos de acción de coches y chicas de los ochenta, en Sólo Dios Perdona hace lo mismo con el cine oriental de artes marciales. 



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